Los Sistemas de Pagos Rápidos (Fast Payment Systems, FPS) han ganado gran relevancia a nivel global, estando presentes en 123 países alrededor del mundo y en 15 de América Latina y el Caribe (LAC). Su característica principal es la transferencia de fondos en tiempo real, las 24 horas del día, todos los días de la semana, lo que ha dinamizado el mercado de pagos y fomentado la inclusión financiera en la región.
Los pagos digitales se han convertido en un motor clave de la inclusión financiera, pues contribuyen al crecimiento económico y al desarrollo al formalizar actividades informales (lo que se conoce como “shadow economy”) y mejorar el acceso al crédito. Aunque la preferencia por el uso de efectivo sigue siendo elevada en muchos países —debido a factores como la informalidad, la falta de educación financiera, los escasos incentivos económicos y, en algunos casos, la evasión fiscal—, la adopción masiva de los FPS ha coincidido con una disminución en el uso de efectivo, reflejando el potencial de estos sistemas para fortalecer la digitalización de la economía.
Una de las lecciones que destaca la literatura es que los FPS con propiedad del banco central, participación de proveedores de servicios de pago no bancarios y un mayor número de casos de uso nacionales y conexiones transfronterizas tienden a ser los más exitosos. Además, la adopción masiva de pagos digitales puede generar una “huella de datos” que incentive a las empresas informales a incorporarse al sector formal, impulsando así la actividad económica. De hecho, Aguilar et al (2024) hallan que un aumento de un punto porcentual en el uso de pagos digitales se vincula con una disminución de 0.06 puntos porcentuales en la informalidad laboral y un incremento de 0.10 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB.
Junto con los FPS, las Central Bank Digital Currencies (CBDCs) representan otra innovación clave para los sistemas de pago en América Latina y el Caribe. Algunos países caribeños han sido pioneros con CBDCs minoristas en circulación, como SandDollar en Bahamas y JAM-DEX en Jamaica, motivados por la modernización de los sistemas de pago, la promoción de la inclusión financiera y la reducción de riesgos asociados al uso de efectivo físico. La mayoría de los usuarios acceden a las CBDCs a través de aplicaciones móviles, en algunos casos con un esquema de billeteras escalonado que contempla requisitos de KYC más estrictos a medida que se avanza en los niveles. Además, Perú lleva a cabo un piloto de CBDC enfocado en la población no bancarizada y con funcionalidades offline, reforzando el potencial de estas tecnologías para llegar a zonas con infraestructura limitada.
Por otro lado, el consentimiento del cliente para usar los datos generados a partir de los pagos rápidos puede permitir a las instituciones financieras ofrecer productos personalizados, como tarjetas de crédito y préstamos, facilitando un mejor acceso a los servicios formales. Sin embargo, la adopción desigual en zonas con conectividad limitada, así como las normas culturales, las experiencias negativas pasadas o la falta de confianza en las instituciones financieras, pueden frenar la participación de ciertos segmentos de la población.
En suma, se ha demostrado que la implementación de un FPS puede incrementar el acceso a préstamos y ahorros dentro del sistema financiero, al tiempo que plantea desafíos relacionados con ciberseguridad, fraude, privacidad de datos, interoperabilidad, accesibilidad económica y universalidad. Superar estas barreras requerirá la colaboración de reguladores, actores del mercado y usuarios para consolidar un ecosistema de pagos más inclusivo y seguro en la región.