Elaborado por Gema Sacristan, socia de sostenibilidad y Cambio Climático de Crecimiento de Mercado en Deloitte Spanish Latin America y por Eduardo Atehortua, socio de Sostenibilidad y Cambio Climático de Deloitte Colombia
En los últimos años, el sector privado se ha enfrentado a crecientes exigencias de inversionistas, reguladores, grupos de interés y la sociedad en general, quienes piden integrar principios de sostenibilidad a los modelos de negocio, para generar así valor compartido en la comunidad, en la economía y en el medio ambiente. En este contexto, el sector financiero cobra un rol preponderante, ya que habilita el desarrollo, el crecimiento y la perdurabilidad de las empresas, mediante la correcta gestión de sus interacciones con la naturaleza.
En el ámbito internacional, se ha identificado que la pérdida de biodiversidad y degradación del capital natural están estrechamente ligadas al cambio climático y a otras problemáticas como la pobreza, la desigualdad y la pérdida de oportunidades laborales, entre otras. Por esta razón, un elemento fundamental para el sector privado es evaluar los impactos, los riesgos, las dependencias y las oportunidades de sus operaciones, con la finalidad de crear estrategias que mitiguen la exposición y/o las consecuencias relacionadas con estos asuntos.
Oportunidades innovadoras para los bancos
Actualmente, las finanzas sostenibles ofrecen una oportunidad significativa para la innovación, como son la creación de bonos, créditos y otros mecanismos que contribuyan a la protección y conservación de la naturaleza. Los bancos tienen la posibilidad de liderar esta transformación, no solo mediante la financiación de proyectos, sino también al fomentar modelos de negocio que integren interacciones más responsables, conscientes y sostenibles con la naturaleza.
De acuerdo con un informe del Foro Económico Mundial (2022), se estima que las oportunidades económicas relacionadas con la biodiversidad y las soluciones basadas en la naturaleza podrían generar beneficios de hasta 10 billones de dólares anuales en el ámbito mundial y crear 395 millones de empleos para 2030.
En Colombia, esto podría materializarse en préstamos e inversiones dirigidas a sectores como la agricultura regenerativa, el ecoturismo y la restauración de ecosistemas. La implementación de estas innovaciones ya ha empezado a materializarse en el país mediante alianzas, proyectos e iniciativas que van dirigidas a la preservación de ecosistemas estratégicos en la región.
Iniciativas internacionales y su aplicación en Latinoamérica
Con el ánimo de contribuir a las evaluaciones integrales de los asuntos relacionados con la naturaleza, por parte de sectores como el financiero, se han desarrollado varias iniciativas con lineamientos, buenas prácticas y métricas que permiten monitorear el estado actual y, posteriormente, el avance de las acciones planteadas.
Una de las más destacadas es el Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD), lanzado en 2023. Este busca ayudar a las empresas a reportar sus impactos y dependencias en la naturaleza, de forma transparente. Asimismo, la Corporación Financiera Internacional (IFC2024) publicó la “Guía de referencia de finanzas para la biodiversidad”, que consiste en un marco detallado para orientar a los inversionistas en la identificación de proyectos y actividades que protejan, mantengan y mejoren la biodiversidad. Aunque la adopción de estas pautas en Latinoamérica ha sido lenta, su implementación es crucial para mitigar los riesgos mencionados y atraer inversiones internacionales a la región.
En Colombia, varios bancos ya han empezado a adoptar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en sus decisiones de inversión. Sin embargo, aún existe una brecha considerable en la implementación de estándares globales, y muchas instituciones siguen expuestas a industrias de alto impacto en la naturaleza, como la minería y la agricultura extensiva.
En ese sentido, es posible que, en el transcurso de los próximos años, los marcos, los lineamientos y las herramientas disponibles aumenten, considerando las lecciones aprendidas por parte del sector privado, así como las preocupaciones de los grupos de interés y la identificación de nuevos retos asociados a estos asuntos.
En conclusión, el sector financiero en Colombia y en Latinoamérica tiene una oportunidad única para liderar el cambio hacia una economía consciente de la importancia del capital natural, siendo responsable en sus interacciones con la naturaleza y resiliente frente al cambio climático.
El futuro del desarrollo económico y el equilibrio de los ecosistemas en la región dependen de la capacidad de diversos sectores como el financiero, para reconocer el valor del capital natural y movilizar los recursos necesarios para su conservación. Las instituciones financieras que adopten este enfoque no solo mitigarán los riesgos asociados con la degradación ambiental, sino que también se posicionarán para aprovechar las oportunidades económicas que surgen de la creciente demanda global por soluciones sostenibles.
* Este texto fue elaborado con la participación de Camila Orduz, consultora senior de sostenibilidad de Deloitte Colombia.
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