Dentro del nuevo sistema pensional del país se contempló que los trabajadores que perciban más de 2.3 salarios mínimos, además de recibir una pensión por parte del componente de prima media (Colpensiones), recibirán una renta vitalicia. Esta renta se calculará a partir del saldo acumulado de la cuenta de ahorro individual cuyos fondos serán administrados por una Administradora del Componente Complementario de Ahorro Individual (ACCAI). Estas administradoras tienen la función de gestionar Fondos Generacionales, los cuales invierten los recursos de personas con edades similares para generar retornos sobre estos. En la Ley 2381 de 2024 se establece que conforme se acerque la edad de pensión de la población del fondo, éste deberá invertir en activos que permitan reducir los riesgos de tasa de interés que inciden en el costo de la renta vitalicia para maximizar la mesada pensional que el afiliado obtendrá en el futuro y no solamente el saldo acumulado en la cuenta de ahorro individual.
Ahora bien, con lo anterior en mente, desde la academia se hacen 3 recomendaciones sobre la regulación de estos nuevos Fondos Generacionales.
Por un lado, se recomienda que la medición de los saldos y del desempeño de los Fondos Generacionales se realice en términos de mesadas pensionales. Es decir, que los fondos no solo reporten a sus usuarios el saldo acumulado a lo largo del tiempo sino su conversión en mesadas pensionales teniendo en cuenta sus cambiantes costos según las condiciones estructurales de la economía. Esto incentiva la adecuada gestión de recursos por parte de las ACCAI, ya que esta métrica tiene en cuenta el riesgo de tasa de interés para la conversión del saldo en mesadas mensuales de la renta vitalicia.
Por otro lado, se recomienda flexibilizar la estructura de asignación de los Fondos Generacionales. En particular, se recomienda que se tengan en cuenta factores adicionales a la edad del afiliado. Además del factor generacional, los investigadores sugieren que se tenga en cuenta el número de semanas cotizadas, el ingreso percibido por cada afiliado, el nivel de ahorro acumulado, entre otros. Esto permitirá una mayor reducción del riesgo conforme se acerque la edad de jubilación, sino que permitirá una distribución más personalizada entre activos de riesgo y de cobertura entre los afiliados de una misma cohorte.
Finalmente, se sugiere implementar un esquema de desempeño mínimo ajustable a las características de los individuos. De esta manera, según el perfil de riesgo del fondo se podrá realizar una modulación del riesgo y del retorno que permita fijar una rentabilidad mínima a partir de la ponderación o peso que se le da al portafolio o componente de bajo riesgo del fondo. Ahora bien, esas características de los portafolios de cobertura deberán fijarse a partir de las características de los afiliados y sus medidas de desempeño asociadas deberían incentivar la reducción del riesgo conforme se aproxima la edad de jubilación.