El informe ofrece una visión completa de la industria Fintech en América Latina, abordando sus desafíos y oportunidades en cuatro sectores clave: bancos digitales, medios de pago y transferencias, criptomonedas y préstamos. Así, se resalta el potencial de la industria para promover la inclusión financiera, considerando la gran cantidad de personas no bancarizadas en la región, e implementando modelos de negocio innovadores como Open Finance. Además, el informe identifica oportunidades específicas en cada sector. La banca digital puede contribuir a la inclusión financiera y aplicar modelos como Open Banking; los medios de pago alternativos, como los códigos QR y billeteras digitales, están en auge, impulsados por sistemas como CoDi en México y PIX en Brasil; las Fintech de préstamos pueden atender a negocios no bancarizados, un segmento con alto potencial de crecimiento; y las criptomonedas, aunque volátiles, ofrecen oportunidades para el envío de remesas y la implementación de políticas monetarias.
El estudio también examina el marco regulatorio de la región, destacando una gran heterogeneidad que dificulta la expansión regional de las empresas. México, por ejemplo, cuenta con una Ley Fintech que regula las Instituciones de Tecnología Financiera (ITFs) y establece obligaciones claras para el sector. Chile, en cambio, aún no cuenta con una ley específica, aunque un proyecto de ley en el Congreso pretende cubrir temas como competencia, privacidad, impuestos y ciberseguridad. Países como Brasil, Colombia y Argentina carecen de regulaciones integrales para el sector, aplicando normas financieras tradicionales de manera parcial al sector Fintech. Esta falta de armonización regulatoria representa un reto significativo para las empresas que buscan expandirse en América Latina.
En cuanto a los desafíos del ecosistema Fintech en la región, se destacan dos factores principales. Primero, el bajo nivel de capital de riesgo disponible para startups y nuevos negocios en la región, aunque existe un grupo de inversores centrados en América Latina con gran interés en el sector. En segundo lugar, el fraude representa un reto significativo: en 2021, el costo de una transacción fraudulenta en servicios financieros fue 4.78 veces el valor de la transacción perdida y 3.40 veces el valor en comercio electrónico. Para mitigar este riesgo, el informe recomienda implementar buenas prácticas de prevención, detección y monitoreo de fraude para proteger tanto a las empresas como a sus clientes.