El documento Six Big Ideas ofrece una guía práctica para mejorar la entrega de transferencias monetarias en contextos marcados por conflictos, crisis climáticas y baja capacidad institucional, donde las interrupciones al desarrollo y la falta de infraestructura financiera generan sistemas fragmentados y costosos. CGAP propone seis líneas de acción clave enfocadas en dos grandes frentes: fortalecer la infraestructura compartida de pagos sociales y optimizar la entrega de recursos en el “último tramo”, con el objetivo de lograr sistemas más eficientes, inclusivos y resilientes.
En cuanto a infraestructura, se recomienda: i) promover sistemas gubernamentales abiertos que integren actores humanitarios y sociales para lograr eficiencia a escala; ii) financiar iniciativas tecnológicas locales para construir capacidades sostenibles; y iii) invertir tempranamente en bases tecnológicas locales que permitan desarrollar los cimientos de futuros sistemas nacionales de transferencias.
Para llegar de forma efectiva a los beneficiarios más alejados, el documento propone: i) cofinanciar inversión privada para ampliar puntos de acceso financiero en áreas rurales, reduciendo el riesgo asumido en los proyectos, ii) aprovechar y fortalecer la integración de canales informales de transferencia de dinero que ya cuentan con la confianza de las comunidades; y iii) Involucrar a la comunidad mediante la formación de agentes locales, como agentes bancarios que pueden facilitar la entrega de pagos y fortalecer la resiliencia de la estructura local.
El documento, además, resalta con evidencia empírica que el uso de pagos digitales en programas de protección social genera múltiples beneficios, entre ellos la reducción de costos administrativos, la disminución del fraude y una mejor verificación de beneficiarios mediante sistemas biométricos. Además, permite desembolsos más rápidos, mayor seguridad, dignidad y autonomía para los receptores, y garantiza continuidad en contextos de crisis. También impulsa el empoderamiento económico. Estos impactos reflejan que digitalizar las transferencias no solo mejora la eficiencia operativa, sino que transforma la experiencia del usuario y promueve su inclusión financiera: más de 865 millones de personas abrieron su primera cuenta bancaria para recibir estos pagos, y la mayoría las utiliza activamente para gestionar sus recursos.
El informe concluye que no hay una receta única, pero sí un principio esencial: las soluciones deben partir de las realidades locales, fortalecer lo que ya funciona y empoderar a los actores comunitarios. Con inversiones adaptadas, es posible construir sistemas de entrega de protección social más eficientes y resilientes, incluso en los contextos más complejos del planeta.