Educación superior sin deudas: el desafío que enfrenta América Latina

Comunicaciones CF
Comunicaciones CF July 24, 2025 | Lectura de 5 minutos

Nacer en un país u otro puede cambiar por completo las oportunidades que tiene un joven para estudiar. En algunas regiones, la educación es sinónimo de progreso. En otras, sigue siendo un privilegio reservado para unos pocos. Aunque a simple vista los modelos educativos pueden parecer similares, las brechas invisibles —como el acceso al financiamiento— trazan diferencias profundas. Hoy, la verdadera discusión no es si la educación debe ser gratuita, sino cómo garantizar que todos puedan acceder a ella sin hipotecar su futuro.

El papel de la tecnología: fintech y acceso real a la educación

La tecnología ha abierto puertas que hace apenas unas décadas eran impensables. Gracias al desarrollo de soluciones fintech aplicadas al sector educativo, financiar una carrera ya no es solo una aspiración, sino una posibilidad real. Plataformas digitales que ofrecen créditos personalizados están permitiendo que miles de jóvenes estudien sin depender de sistemas tradicionales, muchas veces lentos, burocráticos o excluyentes.

Pero el valor de estas herramientas no está solo en su velocidad o facilidad de uso, sino en su capacidad de adaptarse a las condiciones reales de cada estudiante. De esta manera, las fintech están transformando el acceso a la educación en una experiencia más ágil, empática y centrada en el usuario. Así, la tecnología no solo facilita el financiamiento: lo hace verdaderamente accesible, especialmente en contextos donde las alternativas tradicionales siguen siendo limitadas.

Nuevos enfoques desde los países desarrollados

En países con mayores niveles de desarrollo, la conversación sobre educación ha evolucionado: ya no se trata solo de cobertura, sino de sostenibilidad y equidad. Algunas naciones han implementado modelos como los educational investment swaps o alianzas público-privadas para cofinanciar programas en áreas estratégicas, apostando por un impacto de largo plazo.

En comparación, los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), conformada en su mayoría por economías desarrolladas, invierten en promedio casi cinco veces más por estudiante que América Latina y el Caribe. A pesar de que algunas economías de la región han avanzado hacia metas como destinar el 4 % del PIB o el 15 % del gasto público total a educación, persiste el reto de garantizar la sostenibilidad de ese financiamiento.

La educación como transformación, no solo como título

La educación del siglo XXI no se limita a memorizar contenidos. Hoy, los estudiantes son protagonistas de su aprendizaje. Por eso, necesitan herramientas que acompañen su autonomía. La cultura digital y la formación integral son claves para que no solo accedan a un título, sino que se conviertan en agentes de transformación en sus comunidades.

En este contexto, organismos multilaterales también están apostando por nuevos modelos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) firmaron recientemente un acuerdo de cooperación para fortalecer la educación en América Latina y el Caribe. La iniciativa prioriza la innovación, la equidad y la inclusión financiera, con acciones en países como Panamá, Paraguay, Chile y Colombia. Se implementará mediante asistencia técnica, movilización de recursos y el intercambio de buenas prácticas, beneficiando directamente a estudiantes, docentes y comunidades educativas.

Casos de innovación local: el ejemplo de One2credit en Colombia

En Colombia, empresas como One2credit están transformando el acceso a la educación a través de créditos 100 % digitales, diseñados para priorizar la experiencia del estudiante. A través de alianzas con instituciones educativas, están rompiendo barreras económicas que durante años han limitado el acceso a la formación superior para cientos de familias. Hoy, para muchos, estudiar dejó de ser una carga financiera para convertirse en una inversión real hacia el futuro.

En un mundo en constante cambio, seguir financiando la educación con herramientas del pasado solo amplía la brecha. La experiencia de otros países muestra que hay caminos posibles si se conjugan voluntad política, innovación tecnológica y compromiso social. Cuanto más estructuradas y visionarias sean las políticas y alianzas, mayores serán los recursos disponibles para invertir en educación como pilar del desarrollo.

Porque educar ya no es solo transmitir conocimiento, sino también garantizar que acceder a él sea posible y que cueste mucho menos. Solo así podremos hablar de verdadera equidad en el acceso a la educación.

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