Cómo la infraestructura de pagos está dejando de ser tecnología para convertirse en cultura — una mirada al futuro del ecosistema según BPC.
Cada cierto tiempo, la industria de pagos se reinventa. A veces lo hace por necesidad —para ganar eficiencia, reducir costos o mejorar la seguridad— y otras, por oportunidad: porque el cambio tecnológico abre nuevas rutas que nadie había transitado. Hoy, al borde de 2026, esa reinvención vuelve a suceder, pero con un matiz distinto: ya no se trata de adoptar más tecnología, sino de reaprender a pensar la infraestructura como un organismo vivo.
Durante años, la conversación giró en torno a la velocidad. Hablábamos de “pagos instantáneos” y de “rails” en tiempo real como si la inmediatez fuera el punto de llegada. Pero la velocidad dejó de ser una ventaja. Es apenas el punto de partida para llegar a algo más grande: la convergencia entre interoperabilidad, datos e inteligencia.
En América Latina, ese cambio se siente con especial fuerza. Aquí, donde el acceso digital crece más rápido que la formalización financiera, las tecnologías que antes eran promesas —billeteras, QR, SoftPOS, ISO 20022, IA aplicada al fraude— se están convirtiendo en la infraestructura base del sistema económico. Y lo más interesante es que muchas veces lo hacen sin que el usuario lo note. El pago se ha vuelto ”invisible”, y precisamente por eso es aún más poderoso.
El reto para bancos, fintechs y adquirentes no es agregar más canales, sino integrarlo todo. El estándar ISO 20022 cumple ese papel: convierte cada transacción en un mensaje enriquecido, donde la información viaja con el dinero. En ese nivel, el core bancario deja de ser una caja de procesamiento para transformarse en un sistema cognitivo: uno que debe interpretar, aprender y actuar en tiempo real. Este imperativo se vuelve aún más urgente con la próxima Standards Release 2025 (SR2025) y el fin del período de coexistencia entre los mensajes heredados MT y los mensajes MX. ISO 20022 entra en una nueva etapa que exige mayor enfoque, inversión sostenida y preparación estratégica.
La guía de BPC “Your ISO 20022 Migration 101: Steps and Strategies for Banks” ofrece una visión completa del panorama actual y un conjunto claro de pasos que las instituciones financieras pueden comenzar a implementar desde hoy para asegurar una transición sólida, a tiempo y preparada para el futuro.
En paralelo, la aceptación se está reescribiendo desde la base. SoftPOS es el mejor ejemplo de cómo la tecnología puede democratizar la infraestructura: cualquier teléfono puede ser un punto de pago. No es un detalle técnico; es una redefinición de las reglas de mercado. Miles de pequeños comercios, antes excluidos por costos o logística, pueden hoy aceptar pagos digitales y conectarse a la economía formal.
La emisión también está cambiando; emitir una tarjeta dejó de ser simplemente imprimir plásticos; significa ahora la generación de una credencial de acceso a una experiencia digital de pago completa, tokenizada, omnicanal y personalizable. Los emisores que entienden este giro dejan de pensar en productos y empiezan a pensar en ecosistemas: redes abiertas que integran wallet, tarjeta, cuenta, crédito y valores agregados
Y mientras la experiencia se simplifica para el usuario, la complejidad crece detrás del telón. “La Anatomía de Nuevo Estafador” que opera con IA, se infiltra en tiempo real, simula comportamientos humanos para atacar a millennials que viven conectados permanentemente o consumidores mayores poco experimentados. La defensa, por tanto, debe ser tan dinámica como el ataque. Ya no basta con detectar: hay que anticipar. Las plataformas antifraude modernas funcionan como cerebros distribuidos que combinan machine learning, behavioral profiling y análisis biométricos para descubrir patrones invisibles. La seguridad debe ser tan sofisticada como el fraude que combate.
En América Latina, Banco Finandina adoptó una capa de protección moderna con 3DSecure2 para proteger de extremo a extremo su negocio de comercio electrónico. Diferentes mercados y distintas realidades regulatorias, pero una sola plataforma capaz de ofrecer resultados consistentemente sólidos.
Lo fascinante de este momento es que todo avanza hacia un punto de equilibrio: la inteligencia distribuida. No hay un centro de control, sino miles de instancias que aprenden y actúan. Desde el adquirente que detecta un fraude en el borde hasta el emisor que ajusta límites dinámicos en tiempo real. Cada componente contribuye al conjunto. Y ese conjunto, si está bien orquestado, se convierte en el nuevo diferencial competitivo de la industria.
La evolución hacia ese modelo solo es posible cuando existe un socio tecnológico con visión global y capacidad de ejecución local. BPC, con más de 25 años de experiencia en innovación en pagos, provee la arquitectura que hace posible esta transformación: plataformas cloud-native modulares, interoperables y seguras que cubren todo el ciclo —emisión, adquirencia, fraude, wallets y pagos digitales e instantáneos—. Su ecosistema SmartVista permite que bancos, fintechs, sistemas de pago nacionales y procesadores desplieguen nuevos servicios sin fricción, a la velocidad que exige el mercado digital.
El negocio no es solo procesar más rápido, sino en entender mejor. En un entorno donde cada pago genera datos y cada dato genera decisiones, el margen de rentabilidad se desplaza hacia la información. Procesar es solo el principio; capitalizar el conocimiento es la meta. Un ejemplo de esta transición es Klap; la red de adquirencia que más crece en Chile ha alcanzado un hito determinante tras completar la modernización integral de su infraestructura de procesamiento. Hoy, bajo un modelo SaaS, Klap gestiona altos volúmenes transaccionales con plena flexibilidad operativa y robustos estándares de seguridad. Esta transformación coincide con un momento crítico para el país: la aceleración de Chile 2035, la agenda nacional para buscar cerrar brechas digitales, fortalecer la infraestructura tecnológica y aumentar la inclusión mediante la adopción de servicios públicos y privados seguros y accesibles.
Pero incluso en medio de tanta tecnología, el factor decisivo sigue siendo humano: la confianza. En un mundo donde los pagos son invisibles, la confianza es lo único que el usuario percibe. No se gana con promesas ni con interfaces; se gana con consistencia. Con sistemas que nunca fallan, con experiencias que funcionan sin que nadie las note. La verdadera innovación no hace ruido: simplemente funciona.
Por eso, más que hablar de tendencias, 2026 debe entenderse como el punto en que la infraestructura se vuelve cultura. La forma en que una sociedad paga, cobra y se relaciona con el dinero es también la forma en que piensa la economía. Y quienes comprendan esa conexión —los que sepan unir tecnología, propósito y experiencia— serán los arquitectos de la nueva economía de los pagos.
Si quieres profundizar en los temas que están moldeando este futuro —desde la adopción de ISO 20022 hasta la evolución del acquiring, el card processing o la prevención inteligente del fraude— puedes consultar las guías especializadas de BPC, disponibles en https://www.bpcbt.com/es
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